Un proyecto productivo para «echar raíces en la familia y no en la cárcel»

Es el objetivo de la Asociación Civil Padre Mugica, que abrió una panificadora y un centro de desarrollo humano en el barrio Copello, de Capitán Bermúdez. Su programa se llama "Libertad domiciliaria solidaria".

Cambiar la prisión preventiva por una «libertad domiciliaria solidaria» con la que los pibes en conflicto con la ley penal puedan insertarse en un proceso productivo fuera de los calabozos. Propiciar un proceso reeducativo de recuperación de la libertad. Descomprimir las cárceles y reducir la inseguridad ciudadana. Tales son los objetivos de un programa impulsado por la Asociación Civil Padre Mugica en el barrio Copello, de Capitán Bermúdez. Para esto, inauguraron una panificadora, una fábrica de pizzas congeladas y el Centro de Desarrollo Humano que funcionará en el corazón de un barrio populoso y “picante”.

El martes de esta semana fue un día especial. Bajo el lema «Rosario y Gran Rosario, tierra de paz, pan y trabajo», se inauguraron en calle Presidente Perón 676 de Fray Luis Beltrán la Panificadora La Providencia, la panadería Pan de Vida y la Fábrica de Pizzas congeladas. Y paralelamente, en Suecia 283 de Capitán Bermúdez, abrió sus puertas el primer Centro de Desarrollo Humano de barrio Copello.

«Echar raíces en la familia y en la comunidad o echar raíces en la cárcel”, resumió la propuesta de la convocatoria. Lo hacen desde la convicción de que la cárcel no frena la violencia, y de que el encierro no es la manera eficaz de pacificar las calles, cada vez más violentas.

El Programa Libertad Domiciliaria Solidaria (alternativa a al prisión preventiva en la cárcel, incluye una serie de proyectos: «Reincidencia cero”, a partir de la inclusión de los excarcelados; «Drogas cero – armas cero”, con la inclusión de los actores de la inseguridad, y «Dos madres, tres manzanas», con la creación de agentes solidarios familiares. La panificadora y el Centro de Desarrollo Humano entran dentro de estas estrategias, que hacen puntapié en Copello, pero que podría replicarse, a decir de sus promotores, en distintos barrios de la región.

Una «respuesta distinta»

“Pensamos en una respuesta distinta, que ahora surge de la sociedad, pero que tendría que ser política de Estado. Armamos un proyecto en base a la industrialización de la economía popular, con racionalidad empresaria”, explica el presidente de la asociación Padre Mugica, Néstor Ciarniello. «Pensamos que si no incorporamos al pobre y no le damos al pibe una esperanza desde una visión económica, no podremos resolver el problema de la inseguridad. Queremos que estos chicos dejen de ser objeto de políticas de promoción social y pasen a ser sujetos de iniciativas productivas”.

El dirigente social explicó también el alcance del proyecto «Dos madres, tres manzanas”, que propicia un protagonismo de las mujeres dentro del entramado urbano y de la vida cotidiana en los barrios: «Son madres que trabajan en territorio, que ven si los chicos consumen y dónde, y que puedan ocuparse ellas mismas de sus hijos”.

Ciarniello no pierde la esperanza de que estos programas sean tomados por los gobiernos. «Creemos que estas políticas tienen que salir de la producción, valoramos los programas que hay, como el Santa Fe Más o el Nueva Oportunidad, pero buscamos algo distinto, nuevo”, resumió.

De ahí que desde la iniciativa social y haciendo «todo a pulmón» hayan puesto el centro en un proyecto concreto de producción. «Nosotros le pedimos al gobierno que monte una panificadora de 3 mil kilos diarios, nosotros vendemos el kilo de pan a 170 pesos, y cada factura a 35 pesos. Hacemos mil kilos, y el preso que sale tiene trabajo por más que tenga la tobillera. Un detenido en su casa es mucho más económico que en la prisióndonde además se va a convertir en un reincidente. Nosotros, para empezar, nos comprometimos con una panadería que hicimos a pulmón, una fábrica de pizzas, y el Centro Comunitario de Copello”.

Una alternativa

El presidente de la asociación civil aclaró que «no es el objetivo central que los detenidos pasen la preventiva en sus domicilios, pero sí que es una posibilidad, una alternativa. Hay, por ejemplo, una cantidad importante de mujeres que no tienen intención de delinquir, y sus hijos sufren el tener que ir a verlas a los lugares de detención, volver a sus casas y encontrarse conque sus madres no están. Si esas mujeres pueden estar en domiciliaria con la posibilidad de trabajar en un proyecto productivo, ¿por qué no hacerlo?”, se preguntó.

La panificadora nació de una propuesta de un vecino que puso una panadería y ofreció a la asociación Padre Mugica la mitad del negocio para que pudieran trabajar en conjunto. “Con el 10 por ciento de la ganancia podemos sostener el Centro de Desarrollo Humano”, contó Ciarniello. El centro se montó en un inmueble prestado por otro vecino.

Así, desde Capitán Bermúdez y Fray Luis Beltrán, pero poniendo la mirada sobre barrio Copello, surgen desde la sociedad civil iniciativas tendientes a mejorar la seguridad sin tener que visitar a los muchachos en los calabozos: alternativas para echar raíces en la comunidad y en la familia, y «no echar raíces en la cárcel».

Fuente: La Capital.