Casilda: la Facultad de Veterinarias cumple 50 años en pleno crecimiento

Uno de sus mayores avances es la construcción de un edificio propio que se encuentra en proceso de ejecución y será terminado este año.

La Facultad de Ciencias Veterinarias de Casilda, dependiente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), cumple este lunes 50 años de vida institucional en pleno proceso de crecimientoUno de las principales motivos de festejo es que está cada vez más cerca de concretarse el sueño del edificio propio, obra cuya primera etapa comenzó a construirse, con fondos nacionales, a mediados de 2022 y avanza a paso firme al punto que, de no mediar imprevistos, será culminada este año.

Será un hecho histórico que tomará aún mayor dimensión al darse en el marco del cincuentenario fundacional de una institución que en los últimos años de gestión también se caracterizó por lograr otras importantes inversiones con la vista puesta tanto en su calidad académica y educativa como en el campo de las investigaciones.

Si bien la fecha será evocada hoy con un acto del que participaron autoridades, docentes, estudiantes y graduados, también están previstas distintas actividades que culminarán el 28 de octubre con una cena y fiesta aniversario que promete ser muy convocante.

«Lo vivimos como una oportunidad para repensar la visión institucional, que consiste en identificar la imagen con la cual esperamos ser percibidos y definir qué se espera de nosotros«, dijo el decano de Veterinarias, Mariano Garate, al ser entrevistado por La Capital sobre los inicios y el presente que transita la institución al cumplirse ya cinco décadas de su creación.

-¿Cómo empieza la historia de la carrera de Ciencias Veterinarias en la UNR?

-Hasta el año 1973, cuando se creó la Facultad de Ciencias Veterinarias, la región contaba con una instancia de formación media con orientación técnica en temas agropecuarios, la Escuela Agrotécnica Libertador General San Martín y, con la Facultad de Ciencias Agrarias, creada en 1967.

Sin embargo, la imperiosa necesidad de generar un espacio de formación de nivel universitario, motivó la creación el 27 de marzo de 1973 de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de Rosario. En el momento de su creación se fijó la sede en la ciudad de Casilda y en sus inicios ocupó un edificio, propiedad de la Sociedad Italiana «Dante Alighieri», las actividades docentes y administrativas se desarrollaron allí hasta 1977 cuando, en virtud de un convenio celebrado entre el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación y la UNR, la facultad se trasladó al predio que ocupaba la Escuela Agrotécnica Libertador General San Martín, donde funciona actualmente.

-¿Cómo impacta en la institución este 50º aniversario?

-Como ocurre en las biografías personales, los aniversarios representan un oportuno pretexto para detenerse, agradecer el recorrido transitado y ponderar las metas alcanzadas y los sueños por cumplir. A nivel institucional, esto exige un esfuerzo de autorreflexión y resignificación identitario, comprendido siempre como una construcción dinámica. Porque lo único cierto y constante es el vacilar de las cosas.

Lo vivimos como una oportunidad para repensar la visión institucional, que consiste en identificar la imagen con la cual esperamos ser percibidos y definir qué se espera de nosotros. Esto supone una intensa revisión epistemológica en orden a las profundas transformaciones en curso tanto a nivel nacional, regional como global. Y trabajar para fortalecer la educación de grado, postítulo y posgrado, la investigación, la extensión y la transferencia tecnológica. En el marco de una institución flexible, democrática, plural e inclusiva, que contribuya a la formación integral de profesionales y ciudadanos y ciudadanas comprometidos con el desarrollo humano sostenible.

-¿Cómo se visualizan hoy en esa «fotografía» institucional?

En rigor, este ejercicio de autorreflexión, ya comenzó en 2019 y ha resultado en la elaboración del primer Plan Estratégico (Pefav), que para nosotros es la brújula que nos ayuda a conciliar la intensidad de la gestión cotidiana, la coyuntura y lo que imaginamos, deseamos y soñamos. Y cuando nos miramos reconocemos en qué nos parecemos y, sobre todo, en qué hemos cambiado, para saber qué necesitamos y renovar esfuerzos y recursos. Nos vemos más feminizados y feministas, más diversos. Más especializados en nivel de grado y posgrado, más diversificados porque confluyen en un espacio integral de formación, las aulas, los centros de investigación, los laboratorios, el campo, los módulos productivos y el Hospital Escuela. Vemos que somos más tecnológicos porque esto requiere la introducción y formación en nuevas tecnologías diagnósticas, la modernización y adecuación del equipamiento. Somos sin dudas más resilientes, la pandemia ha resultado un punto de inflexión para todos y en las IES en particular, como aprendizaje hemos incorporado la virtualidad, las tecnologías de la información y la comunicación.

Estamos ante desafíos asociados a la Agenda 2030 que se actualizan y nos interpelan a innovar y dar respuestas en carácter de área estratégica y pertinente, como la cuestión del cambio climático, la seguridad y soberanía alimentaria, el bienestar animal y la producción sustentable. Y somos cada vez más agentes primarios de la salud, a instancias de la promoción del concepto de «una salud», que empieza a asimilarse como un eje transversal en la formación.

-¿Qué significa la construcción del nuevo edificio?

Podemos expresar con humildad y sin autocomplacencia, pero con justicia por el esfuerzo colectivo que ha significado, que la materia y la metáfora más elocuente de estos tiempos son los cimientos que estamos viendo levantarse para construir en realidad el primer edificio propio de la facultad. Esto significa que tendremos un edificio que contenga las necesidades de esta foto actualizada y compleja que describimos. Proyectado para traducirla y favorecer el despliegue de esa identidad e imagen institucional que contempla nuestra misión, necesidades y recursos. Un edificio que nos contenga a todos y todas. Que haga posible pensar en hacer más y mejor lo que hacemos y, hacer lo nuevo que nos urge y nos motiva.

A los cincuenta años, nos encontramos en pleno crecimiento, jóvenes y vitales, porque tenemos un montón de cosas por hacer. Y, sobre todo, tenemos un equipo prospectivo, una comunidad de graduados y graduadas, docentes, trabajadores y trabajadoras, no docentes, estudiantes y funcionarios comprometidos y, con muchas ganas.

Por eso hoy nos permitimos celebrar abrazando y aceptando nuestra historia, con sus aciertos, vicisitudes y traumas, honrando la memoria de quienes la han transitado y construido. Pero con la mirada en el futuro que hay que hacer cada mañana y los brazos en los millones de «ladrillos» que tenemos que apilar. No olvidando nunca, que todos nuestros esfuerzos deben contribuir a que nuestros y nuestras estudiantes aprendan cada vez más y mejor.

Fuente: La Capital.