El 2 de abril se conmemora el “Día del Veterano y de los caídos en la Guerra de Malvinas” para homenajear a los héroes que combatieron en el conflicto bélico del Atlántico Sur en 1982, una nueva oportunidad para reivindicar la memoria, la soberanía y la libertad.
Día que marcó un punto de inflexión en la prolongada controversia por las Islas Malvinas. Sin duda, la responsabilidad mayor de lo sucedido hace 40 años incumbe al Estado argentino. La guerra de Malvinas fue un último intento del régimen militar de revitalizarse ante el desastre económico y social generado por el proyecto instaurado en 1976, y frente a las denuncias de violaciones a los derechos humanos que se hacían escuchar en el exterior.
La Guerra de Malvinas fue un “manotazo de ahogado” que costó la vida de 649 personas, oficiales, suboficiales y jóvenes de 18 años que cumplían con el servicio militar, mutilaciones y heridas a casi 1300 combatientes y secuelas psicológicas que llevaron al suicidio a más de 350 ex combatientes.
El 2 de abril de 1982, los argentinos despertaron con la noticia de que las Islas Malvinas, aquel pedazo de tierra alejado al sur del país, habían sido recuperadas por un sorpresivo desembarco de tropas del ejército, como muestra de soberanía.
El gobierno inglés al mando de Margaret Thatcher reaccionó enviando hacia las islas un ejército superior en número y equipamiento y a partir de ese momento, comenzó una cruenta batalla en mar y tierra.
Dos meses y medio después, el 14 de junio, la guerra finalizó con la rendición de las tropas argentinas.
La derrota precipitó la caída de la dictadura que meses más tarde llamó a elecciones y el 30 de octubre de 1983 se realizaban comicios democráticos luego de siete años de oscuridad.
Desde 2003, el Gobierno considera la “Cuestión Malvinas” y el reclamo de soberanía sobre las islas como una política de Estado y, en ese sentido, privilegia la búsqueda de la reanudación de las negociaciones con el Reino Unido, a fin de lograr una solución pacífica a la disputa.
A grandes rasgos, la realidad de la guerra de Malvinas no fue otra que la de una clara desventaja de la milicia argentina frente a las fuerzas inglesas, que estaban mejor preparadas y contaban con un armamento superior en fuerza. Nuestros soldados, jóvenes que fueron alistados de forma obligatoria y otros que lo hicieron voluntariamente, fueron mantenidos en precarias condiciones durante los meses en que se produjo la guerra. La falta de comida, de armamento, de comunicación, de directivas claras y coordenadas precisas, fueron moneda corriente para una misión de semejante calibre.

A 40 años de haber finalizado la guerra, debemos seguir reconociendo a quienes ofrecieron su vida por un ideal. Pero también debemos tener presente de que en las batallas no hay vencedores ni vencidos, sino solo personas derrotadas por el horror y el sinsentido.
Radio Bernardo.